La lectura es contagiosa

La lectura es contagiosa.   Ese es el tipo de contagio que no se debe prevenir.  Soy maestra de español y mamá y los libros son mi principal herramienta de trabajo en el aula y en la casa.  Un buen libro tiene el poder de cambiarte y hacerte crecer.  Si es el libro indicado siempre estará guardado allí, en ese rincón de tu corazón donde moran tus más preciados recuerdos.

Te voy a contar cómo me enamoré de los libros y cómo mis hijos también fueron contagiados de esa pasión por la lectura.  Tal y como lo escuchas “contagiados por el placer de leer”. ¿A quién quieres contagiar tú?

Soy fiel creyente de que el disfrute por la lectura puede contagiarse.  No me canso de repetirlo ¡la lectura es contagiosa! y es maravilloso contagiarte con tus seres queridos. 

Una familia rodeada de libros:

Yo aprendí a amar los libros porque en casa siempre fueron una referencia de hogar.  Los libros eran siempre un regalo especial o un descubrimiento.  Nos enseñaron a viajar, a enamorarnos, a crecer, a tener un refugio para desconectar, cuando así lo necesitábamos. Aprendimos que un libro puede ser una caricia de mamá o papá antes de dormir o un gran compañero de viaje.  La lectura es contagiosa y «para muestra un botón».  Aprender a leer puede ser un proceso muy natural si estás motivado.

Muchas tardes junto a una mecedora de madera, recitábamos los poemas de Canta Pirulero “del Poeta” con mi abuelita.  Esos mismos poemas ahora los disfruto con mis hijos y con el mismo viejo libro. Ver a los mayores leyendo el periódico en las mañanas y por las tarde era un ritual. Nosotros nos fuimos haciendo parte del mismo sin darnos cuenta.

Una biblioteca mágica: 

En la biblioteca de casa,  mi hermana y yo emprendíamos maravillosos viajes, abriendo libros al azar de una colección de  National Geographic sobre países del mundo.   Nos turnábamos para escoger el destino y pasar las hojas del libro y así mexclarnos entre la gente de alguna ciudad de Mongolia, el impactante poblado de Machu Picchu, Perú o las calles de Frankfurt, Alemania.  Saltábamos entre los sofás pasando las manos por los libros antiguos, sacando cualquier libro al azar para ver qué escondía dentro. La biblioteca de casa era un lugar mágico, un mar de letras que podíamos navegar a nuestro gusto.

 

Bien dicen que “una habitación sin libros es como un cuerpo sin alma”.

 

La biblioteca era en algunas oportunidades nuestro escenario. Allí con mi hermana y mis primas hacíamos presentaciones de teatro del gran Aquiles Nazoa  o de  obras de nuestra propia invención.  Unas sábanas servían de telón y por su puesto que cobrábamos una entrada simbólica.

 

 

leyendo con mamá

Un amor entre cuentos: 

Junto a mamá nos gustaba leer adivinanzas, trabalenguas y retahílas.  Ella,  siempre vestida de palabras amables y con esa hermosa sonrisa, nos invitaba a leer cuentos con ilustraciones magníficas. Crear poemas, libretos e investigar era un pasatiempo, no una tarea.  Nos encantaba degustar un buen libro para inspirarnos, como quien se come un trozo de buen chocolate. Ella y papá eran los principales portadores de lectura apasionada.

Habían libros por doquier. Todos eramos unos ávidos lectores, a mi abuela y mi hermana les gustaban los libros de suspenso, a papá y a mí los de fantasía, a mamá libros de poetas o de un corte más filosófico.  Los fines de semana papá y mamá nos solían llevar al centro de la ciudad a comprar libros. Ibamos a una zona donde había un mercadillo de libros de segunda mano o a librerías o pequeñas tiendecitas escondidas donde podías encontrar ejemplares especiales.

Los amigos de mis padres, mi familia extensa y mis amigos en su gran mayoría son hábidos lectores. ¿Cómo dejar de pensar que la lectura es contagiosa?

Una viaje fuera del Mar de Letras: 

Luego de casarme me mudé a Alemania y pude recorrer una buena parte del país junto a mi esposo. Para mi sorpresa habían muchas tradiciones y lugares que me resultaban muy familiares.  Paisajes en los que había estado al leer «Las Aventuras de Kásperle», de Josephine Siebe.  Reconocer a los muñecos de guiñol, las granjas,  los sembradíos, los castillos, el olor de los embutidos frescos y  el rico sabor de los bollos de Pentecostés.

Después de Alemania me mudé a España donde ocurrió lo mismo. Crecí leyendo a Lorca, a Miguel Hernández, el Quijote. Apreciando el trabajo de Picasso, Miró y Dalí en los libros de arte de casa.  El ver los molinos, recorrer los museos, divisar los pueblos a lo largo del camino y saborear un buen queso fresco fue doblemente delicioso, una sensación indescriptible.

leer es contagioso

Tradición de Familia: 

En España quedé en estado. Comencé a leerle cuentos a mi bebé desde la panza.   Mi pequeño nació rodeado de libros, pues yo había dejado las aulas de preescolar para montar una librería educativa bilingüe,  junto a mi prima. Necesitaba un horario más flexible para dedicarme a mi pequeño . Para aquel entonces no teníamos aún un almacén. Entre catálogos y libros de pequeñas y grandes editoriales el negocio y la familia fueron creciendo. Juntos disfrutábamos navegando un nuevo mar de letras con pequeñas tormentas, sirenas, piratas y tesoros por descubrir.

Después de casi 13 años en España haciendo ferias del libro y contagiando a cientos de colegios y familias de lectura, nos mudamos a EEUU y nuevamente redescubrimos en familia paisajes y sabores que conocemos de alguna historia leída.  Aquí trabajo dando clases de español y he abierto Clases Listas mi pequeña empresa editorial y de diseño de material educativo. Creé en este blog para ayudar a otras familias a enseñar español en casa.   Escribo cuentos para niños que espero publicar en los próximos años y diseño material para la enseñanza del español en casa.  Hemos descubierto librerías de libros usados, librerías enormes y blibliotecas que parecen un portal a otro universo. Como puedes ver los libros son referencia de hogar para nosotros.

Tres ratones de biblioteca : 

leer es contagioso

Mis hijos aman sus libros, los cuidan y les gusta dormirse leyendo. Todas las noches me toca pasar por alguna habitación a apagar alguna luz o quitar algún libro porque ya es hora de dormir.   Al igual que ellos muchos de sus amigos y primos comparten esa afición, lo cual comprueba mi teoría de que la lectura es contagiosa.  En tiempos de cuarentena donde evitamos contagiarnos de este nuevo virus, es mejor contagiarnos por el disfrute de un buen libro.   Es muy probable que este verano no podamos viajar en avión o barco, pero de algo estoy segura ¡viajaremos en libro!

En la próxima entrada podrás leer  10 razones para enseñar español con cuentos

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Un abrazo y cuéntame si tú también fuiste contagiado del amor por la lectura, quién fue el maravilloso culpable y a qué países has podido viajar en libro,

Ximena con X

About the Author:

Soy profe y mamá a tiempo completo. Mi pasión es enseñar español y crear material para mis clases y para mis hijos.  En este blog compartiré actividades, experiencias, viajes y tips relacionados al aprendizaje del español a través de los cotidiano y de su diversa cultura.